El encuentro más largo del siglo

Para el que no le gusta el fútbol, el derbi es una pesadilla, una gran tormenta que se va acercando poco a poco, desde que el meteorólogo anuncia el calendario y la fecha señalada se empieza a hablar de ella.
Se presentan las primeras nubes pocas semanas antes de que se aproxime tan indicada fecha. La prensa empieza a dejar caer algunas gotas de comentarios avanzando lo que viene. Se va oscureciendo el cielo presagiando lo inevitable, no podrás escapar, está al caer y TODOS hablaran de ello: los medios, tus amigos, en el trabajo y hasta en el ascensor, es el tema recurrente, no hay escapatoria, buscarás ‘entradas para ir al teatro’ en Google, y la primera opción que te aparecerá será ‘entradas para el Barça-Madrid’, el SEO, esa maldita herramienta2.0 marketera será otro elemento que te dejará ‘chopo’ de clásico.

Eres como un gato para los demás, al que no le gusta mojarse bajo la tormenta del clásico, le da absolutamente igual o le repudia. El teatro será una buen paraguas sobre el que resguardarse. Te vas a librar de verlo, y sonríes, te encanta ser diferente a los demás, aunque no lo digas en voz alta, cantarlo en alto puede provocar una lluvia, de comentarios, para los demás sonaría desafinado.

El caso es que ya queda un día para el ‘show’, y no enciendes la tele, la radio y hasta desconectas los datos del móvil, la tormenta futbolística es insoportable ya. Apuestas, ruedas de prensa, lesiones, el friki de turno haciendo polémica, horas enteras de ‘prime time’ dedicadas al partido, hasta los meteorólogos hacen guiños al susodicho encuentro. El cielo ya está totalmente ennegrecido y todo esto han sido los primeros truenos y rayos.

Te vas al teatro, tratando de aislarte de las gotas que caen ya con el pitido inicial, llegas a la sala y te dispones a disfrutar de la función. Empieza con algo de retraso, y los artistas se despistan un poco durante la actuación, están siendo informados acerca del partido y les cuesta reprimir sus sentimientos, un zombie de la obra, muestra de pronto una cara de alegría que le dura unos segundos, sin duda su equipo debe haberle pegado unbuen  mordisco al marcador. Parece que el paraguas tiene algún agujero y entra algo de lluvia, te encoges de hombros y tratas de quitarle hierro. La próxima vez voy al cine, te dices.

Se acaba el espectáculo. Pero la lluvia no ha acabado, te sigues empapando de clásico, los medios jarrean con toda clase de detalles acerca del encuentro. El paraguas no da para más, enciendes el móvil, mil posts en estados de facebook, bombardeo de ‘memes’ y comentarios en el ‘wassap’, son el desbordamiento causado por el temporal.

Estás empapado y te vas a resfriar de ‘clásico’, una enfermedad común, según tu, una aspirina para muchos otros.

La tormenta va perdiendo intensidad poco a poco, pero ha dejado rastro, con inundaciones en todo el panorama social, hasta tu tío de Nueva York te habla por Skype de la noticia, yo pensaba que a los yankees no les gustaba el fútbol, pero bueno, como en todo, el marketing ha hecho mucho daño.

El resfriado te dura unos días, el cauce de agua que dejó la lluvia sigue empujando unos días, no hay escapatoria, la prensa drena las últimas gotas de la lluvia. Saldrá el Sol y secará las calles,  otros partidos menos ‘tormentosos’ vendrán, pero estás vacunado, acabas de superar una lluvia torrencial comparado con lo que te llega, xirimiris todo. Sabes que los resfriados van a volver, siempre vuelven.

No se puede luchar contra los resfriados, están por todas partes, igual que los comentarios acerca del clásico.

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